Blanca como la nieve es la niña, bella entre las bellas. Roja como la sangre es la Reina, madre y bruja, que teje desde el comienzo su destino. Negro como el ébano es el bosque, donde se conoce el miedo y el amor; el bien y el mal, la luz y la sombra. Las ilustraciones de Michelangelo Rossato recuperan antiguos simbolismos vinculados a la Madre Naturaleza y a los ritos de iniciación: las fases de la Luna, la edad de la existencia, la rueda de las estaciones que bailan y se continúan, como las madres y las hijas, en una historia eterna de renacimiento y transformación. Su gran tamaño y excelentes acabados e ilustraciones hacen de esta obra un pequeño (o gran) tesoro.

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