"Haz de poner los ojos en quién eres, procurando conocerte a ti mismo, que es el más difícil conocimiento que puede imaginarse..." decía Don Quijote a Sancho Panza. (Cap. XLII). Esta cita, del Señor De la Mancha, es digna de repetirse unas tres veces antes de soltarla. La primera, puede ser leída de un jalón; la segunda, releerla despacio y con atención y la tercera, repetirla con una mano puesta en el corazón. ¿Lo puedes sentir?, ¿en qué parte del cuerpo la sientes?, ¿te hace pensar en ti?, ¿te hace pensar en tus hijos?, ¿en tus padres?, ¿qué más te viene a la mente?, ¿ya lo has logrado?, ¿cuánto tiempo te ha tomado comprenderla?, ¿desde qué edad fuiste consciente de esto? Poner especial interés en ir autodescubriendo nuestra identidad y reconocer el infinito valor de lo que somos, debería de ser una prioridad en toda educación inicial. La idea de comenzar desde niños a ser conscientes de ello me motiva a compartir ésta historia, clara, sencilla y divertida, que al mismo tiempo contiene elementos clave para reflexionar e iniciar la activación de ese potencial de autoconocimiento y reflexión. Comenzando por aceptar quiénes somos, nos encamina a ir encontrando la paz y el equilibrio emocional, que son el inicio de la construcción sana e integral de la persona. En este pequeño-GRAN cuento en el que Declan, es el protagonista de siete años que da ese primer paso de autoconocimiento y aceptación enfrente de toda su clase y su maestra, es el inicio de una inspiradora historia que contagia a sus compañeros y, al mismo lector, a animarse a descubrir sus diferencias y a considerarse como una persona autentica y de gran valor. En un intento profundo de sembrar una semilla de curiosidad en cada pequeño lector he escrito, El poder de ser diferente. Cuento para niños auténticos.