"Papeles de amor y de odio, esas figuras femeninas que siempre vemos en función de la distorsionada y delirante obsesión del poeta. Todas ellas, con sus embrollos, su egoÃsmo, su zafiedad, ¿cómo podÃan convivir con Baudelaire? ¿Cómo iban a comprender algo de ese vendaval de truculencia provocadora, esa mezcla de lo ruin y de lo ideal que le distingue? Nadie estuvo a la altura de las circunstancias, pero era mucho pedirles, eran simples comparsas de teatrillos de bulevar, prostitutas, musas venales con ciertas pretensiones de distinción, y el poeta pedÃa todo el rugir del infierno y el azul de lo sublime, todo a la vez, y era mucho pedir.Papeles de sumisión y de rebeldÃa, siempre bien establecidos y perseverantes. Odia al bueno de maître Ancelle, y en el fondo le quiere y le necesita; como se desborda en elogios hiperbólicos con Victor Hugo -ausente y ya coronado de gloria en vida-, aunque en el fondo, y al final lo reconoce explÃcitamente, le detesta como escritor y abomina la lamentable comedia de su representatividad cÃvica."Carlos Pujol