Mantén la calma y no olvides tu toalla.

Cuando me regalaron la Guía del autoestopista galáctico, fue a parar en una pila de libros “para después”. Hoy me siento culpable, esa inesperada anomalía literaria se quedó en esa esquina por casi dos años y poco más de 5 meses, hasta que en mayo de 2001, supe de la prematura muerte de su autor. En ese momento, una especie de morbo literario por el alboroto creado alrededor de Douglas Adams, fue lo que provocó su lectura, gracias a esta malsana motivación, descubrí su universo.

Debo confesar que no supe valorar a la persona que puso en mis manos ese extraño Anagrama, alejado de mis autores habituales. Era mi cumpleaños y con un poco de desilusión tomé el libro, di las gracias, pensé de manera tajante y prejuiciosa, que no era una lectura para mi.

"Nada viaja más rápido que la velocidad de la luz con la posible excepción de las malas noticias, que obedecen a sus propias leyes especiales". Está frase se quedó en mi memoria. Mientras la leía, esperaba lo que muchos críticos señalan en su reseñas: Humor británico, ironía, oraciones que suponen apatía por los sentimientos y pensamientos profundos. Para mi sorpresa descubrí muchas leyes de sentido común para cualquier habitante de esta tierra.

El libro comienza cuando las obras de una autopista espacial provocan la inminente demolición de la Tierra. Solo se salva Arthur Dent, gracias a Ford Prefect, un alienígena al que le toca hacer un registro sobre la Tierra para la guía que da título a la novela. Éste advierte que lo más importante a considerar antes de abandonar la tierra, es: llevar una amplia toalla de baño. El extraterrestre, describe de manera práctica, todas ventajas de cargar con ese útil pedazo de tela: mantenerse calientito mientras atraviesas las frías lunas de Jaglan Beta, tumbarse en las playas de arena marmórea de Santraginus V. Se puede usar como vela en una barca diminuta para navegar por el río Moth; también es posible protegerte de las emanaciones nocivas o evitar la mirada de la Voraz Bestia Voraz Bugblatter de Traal, entre otras cosas.

También puedes agitar tu toalla en caso de emergencia, como señal de auxilio y por supuesto, secarte con ella si aún está lo suficientemente limpia. Resalta su enorme valor psicológico y social, una especie de statu quo, que provoca el reconocimiento hacia alguien que de verdad “sabe donde está su TOALLA.”

Este 25 de mayo: lee todo lo que encuentres de Douglas Adams, lleva una toalla contigo a donde quiera que vayas y confía en mi recomendación; tal como Ford lo hizo con Prosser. ¿Será posible obtener tu confianza al menos “hasta el fin de la tierra”? Recuerda que esto se traduce en "unos doce minutos" el tiempo exacto de la cuenta regresiva para que la Tierra sea destruida.

América Gutiérrez