AGENTE SECRETO, EL
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Inquieta recordar que un paisaje terrorífico muy semejante al que se vivió en Londres el 7 de julio de 2005 apareció, setenta años atrás, en una película sobre saboteadores dirigida por Alfred Hitchcock (basada en El Agente Secreto, de Joseph Conrad) y con una secuencia en la que explota una bomba en un autobús de doble piso de la ruta 24, exactamente a las 13:45 horas y en la zona oeste de ka ciudad, y lo deja tan destruido como ese otro autobús de la ruta 30, cuyos escombros se dispersaron ese jueves de julio del 2005 a lo largo de Tavistock Square, cerca del Músero Británico. Así como sorprende que siete décadas atrás Alfred Hitchocock hubiera previsto en Sabotaje la explosión de un autobús de doble piso en las calles de Londres, del mismo modo inquieta, por su exactitud actual, el perfil de los terroristas trazado hace casi un siglo por Joseph Conrad en El Agente Secreto. Esto podría significar dos cosas: una, que los artistas se adelantan, a veces fatalmente, a su tiempo y otra, que la humanidad no avanza, sino da vueltas sobre sí misma, fiel a sus miserias. De la novela sobrevive una sombra poderosa, que es la del terrorismo. Al final, lo que Conrad vio en la absurda actividad terrorista fue a una humanidad siempre tan trágicamente dispuesta para la autodestrucción.

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