No se considera un asesino, mucho menos serial. Él es un artista del crimen, no es cruel, es creativo. No son impulsos, son actos justificados, pensados, muy bien planeados. Se regocija en el poder al decidir sobre una vida, y en su soberbia para ocultar la culpabilidad. Sabe de sus alcances. Sus actos hacen tambalear al sistema de justicia de un país que se jacta de ser avanzado en la investigación y firme en la impartición de la ley. Su único freno es Jack, un joven y audaz detective que intentará desentrañar las fauces de una mente perversa. El destino de una nación ahora está en sus manos. ¿Realidad? ¿Ficción? Decídelo al adquirir este libro.

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