En El Doctor Vértigo, Elisa Corona Aguilar hace un formidable recuento, análisis y reflexión de su viaje al fondo de la vorágine y para hacerlo sabe que no hay nada más personal, íntimo e imposible de compartir que el dolor, como escribió Elaine Scarry. El dolor abstracto, cuando no está relacionado a lesiones visibles suele ser impenetrable y hermético. Expresar las aflicciones que están atrapadas en la cabeza y que casi no ofrecen síntomas visibles requiere a veces de actos de fe o de una complicidad con el lector. Sin embargo, Elisa logra sortear este enorme obstáculo al hacer una fenomenal disección de la historia, síntomas, percepción y curas fallidas de esta inquietante condición. Naief Yehya