Durante siglos las representaciones artísticas y literarias de actos sexuales se ocultaban en la intimidad de las bibliotecas y colecciones privadas, pero con la aparición de la imprenta comenzaron a proliferar de manera masiva expresiones populares, provocadoras y procaces, como postales obscenas y panfletos lujuriosos, cuyos autores y consumidores corrían el riesgo de ser censurados, penalizados, encarcelados y hasta ejecutados por la simple posesión de materiales indecentes. El artista juchiteco Francisco Toledo ha explorado las combinaciones de acoplamiento, coito y frotage posibles e improbables entre seres y entidades de los reinos mineral, vegetal y animal en sus dibujos, óleos, encáusticas, xilografías, grabados, frescos, aguafuertes, cerámicas y prácticamente en todas las técnicas mixtas imaginables. Sus visiones perturbadoras y maravillosas han conformado un catálogo imponente de asombrosas filias, fobias y fagias para cualquier ocasión y configuración biológica, un demencial Kama Sutra de especies extrañas y universos alterados. En su vasta obra, Toledo ha sembrado el imaginario con atisbos de una sensualidad diversa y compleja que va desde conejos y batracios con inmensos príapos que persiguen hombres y mujeres por terregales ancestrales, hasta aquel inquietante ciempiés humano avant la lettre que aparece en su cuadro La tamalada (1974).