Ubicada en el extremo oriental del imperio ruso y conocida por albergar una colonia penitenciaria, la isla de Sajalín constituyó el objeto de estudio de Antón Chéjov, quien se trasladara allá en 1890 con el fin de saldar una deuda con la medicina y difundir el problema carcelario ante la opinión pública. Durante su estancia de tres meses, el autor reunió datos relevantes, realizó entrevistas y visitó diversas partes del territorio, Con ello, escribió los primeros diecinueve capítulos, aparecidos en la revista El pensamiento ruso, a los cuales sumó algunos más para su publicación en forma de libro en 1895. Este ensayo, que abarca desde la descripción física del lugar hasta su composición social, logró dar a conocer las difíciles circunstancias que afectaban no sólo a presos y exiliados los castigos corporales, los trabajos forzados y las duras condiciones en celdas y viviendas, sino también aquellas que se imponían a colonos, campesinos y hombres libres: la crudeza del clima, las malas cosechas y los problemas económicos. Así, Chéjov puso en la mira a esta distante isla asiática del norte del Pacífico que, como él mismo opinara, es un lugar donde el hombre, ya sea libre o preso, debe soportar sufrimientos intolerables.

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