El articulador de los consensos para trazar ese horizonte de largo plazo, esa agenda para reformar leyes y modernizar instituciones, fue el presidente Enrique Peña Nieto. También se requirió de una actitud republicana de los dirigentes de los tres principales partidos políticos, especialmente Gustavo Madero, del PAN, y Jesús Zambrano, del PRD, así como un Congreso deliberativo y crítico, a la altura de su responsabilidad histórica. Lo más que se había logrado en el pasado eran acuerdos sectoriales en las crisis semanales. Después hubo algunas reformas bipartidistas. El Pacto por México, en cambio, es el primer acuerdo que cubre el centro, la izquierda y la derecha de un país paralizado los últimos 15 años, cuando iniciaron los gobiernos divididos y ya ningún partido tuvo los votos suficientes para aprobar leyes secundarias, menos aún reformas constitucionales. Hubo temas controvertidos de origen, como la reforma energética, pero se decidió impulsar 95 compromisos desde el Consejo Rector del Pacto por México, una instancia política de construcción de acuerdos, no un sucedáneo del Congreso de la Unión, único órgano competente para crear y reformar leyes. Se han cubierto ya más de tres cuartas partes de los compromisos del Pacto por México; sin embargo, quedan importantes asignaturas pendientes, como una profunda reforma al sistema de seguridad y justicia, el Estado de derecho, un verdadero clamor popular.