La que es, en palabras de Jorge Luis Borges, "una de las mejores novelas de las literaturas de lengua hispánica, y aun de la literatura, Pedro Páramo, tiene una historia que se puede documentar al menos desde 1947, cuando Juan Rulfo anuncia a su novia Clara Aparicio, en dos cartas, que está trabajando en algo que habrá de llamarse Una estrella junto a la luna. En 1953, al obtener su segunda beca del Centro Mexicano de Escritores, retorna su intención de dar forma a esta obra, cuyos avances leerá en las sesiones donde los becarios se reunían. A lo largo de seis meses -marzo a septiembre- de 1954 tres revistas publican adelantos de lo que todavía es un trabajo en curso, pero sobre el que había ya un notable interés, como lo comprueban una nota periodística de febrero y un texto de Alfonso Reyes de diciembre de aquel mismo año, en que el regiomontano presiente la inminencia de algo importante. En marzo aparecía el primer número de la revista Las Letras Patrias, y en él un avance de la que se presenta como "la novela en preparación Una estrella junto a la luna". Son los dos primeros fragmentos de Pedro Páramo. En junio, la revista Universidad de México publica dos más: el monólogo de Susana San Juan en la tumba y el diálogo entre Juan Preciado y Dorotea, cuando ésta resume lo ocurrido a partir de la muerte de Susana hasta llegar al final de Comala y del mismo Pedro Páramo. Por último, en septiembre de 1954 la revista Dintel da a conocer los tres últimos fragmentos de la novela. En estas versiones leemos algo muy cercano al mecanuscrito que Rulfo terminaba hacia agosto y que hace llegar a la editorial en septiembre. El libro aparecerá en marzo de 1955 y Edmundo Valadés hará la primera reseña del mismo el día 30 de ese mes. José Emilio Pacheco documentó en 1977, por vez primera, la que llamaba "leyenda" y "teoría delirante": la supuesta coautoría, con diversos protagonistas, de la novela de Rulfo. Las versiones se multiplicarán a la muerte del jalisciense en ener

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