Este mundo ha matado su hemisferio derecho. Su sueño es un desorden surreal. No sabe cerrar los ojos; no sabe imaginar. Y en su deseo de atrapar el límite de las estrellas flota lejos del origen, como planetoide de la galaxia. Los héroes se esconden entre los ciclos diminutos de la fe: los hay en Marte, los hay en Júpiter, los hay en el antiespacio. Se reconocen por sus auras y aureolas. Se reconocen por su linaje y textura. Se reconocen porque desplazan montañas persistiendo. Arte es el héroe del mundo, el que de antaño sin alas desfigura. Será de línea difusa y de trazo subterráneo. Desde ahí escuchará pasar el horizonte, por arriba del nivel y sin importar su talla, cortejará un momento de desconexión. Con arte el mundo no está ciego y mucho menos desolado. Con arte el mundo brilla y lo contempla todo en nada, sin vestigio de angostura.