Hay criaturas, como el dragón, que han anidado en los imaginarios de distintas latitudes y edades, dice Borges, porque son monstruos necesarios. Son seres fantásticos que gruñen, aúllan o gimen temerosos en las páginas de esta edición de la Zoología fantástica. Un libro que lo llevará a comprobar que la zoología de los sueños es más pobre que la zoología de Dios.

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