Para nadie es un secreto que el asesinato de Emiliano Zapata, cometido materialmente por las fuerzas carrancistas del coronel Guajardo, contaron con la participación del general Pablo González y del propio Carranza. Baste recordar los premios otorgados por el Primer Jefe al expresado Guajardo y a toda la tropa que intervino en la muerte del caudillo agrarista. Naturalmente y de una manera lógica, se explica la "guerra civil de los muertos", como algunos han llamado al empeño de los historiadores por defender o atacar a los diversos personajes de las batallas de la Revolución. Por ello, al llevar adelante el volumen que ahora tiene en las manos el lector, he reunido material de dos sectores adversos, advirtiéndose desde luego la sobriedad de los partes villistas, la ampulosidad de los comunicados de Obregón, el profesionalismo del gran estratega general Felipe Ángeles o las mentiras de otros combatientes, entre los que ocupan el primer lugar los militares del porfirismo o del huertismo. Sin embargo, a sesenta años de los principales acontecimientos, la verdad se ha abierto paso. Tal vez falten, para el criterio de algunos, ciertas acciones de guerra de gran trascendencia. No tendremos inconveniente en reconocerlo y seguramente que en posteriores ediciones agreguemos lo necesario.