Blasco Ibáñez, advierte Guillermo Díaz-Plaja, tiene una especie de mala suerte histórica. Y lo razona. Su utilización de la lengua castellana lo sitúa al margen del movimiento cultural valencianista al que, iniciando por "Lo Rat Penat", por cierto, estuvo adscrito en su mocedad. Por otra parte, su producción general, sus modos estéticos, lo distancian de los grandes movimientos culturales de la literatura española de su tiempo: el del Noventa y Ocho y el del Modernismo. El primero por su mitificación de Castilla, llevada a cabo, principalmente por un vasco (Unamuno), un andaluz (A. Machado) y un alicantino (Azorín). El segundo, por su esteticismo refinado y decadentista, por su alambicamiento de la realidad. En contraste con todo ello, Blasco era un fuerte creador adscrito al mundo mediterráneo, poderosamente vital, creador impulsivo de trazos enérgicos.
Detalles
- Editorial: EDITORIAL PORRUA
- Materia Narrativa universal
- ISBN: 9789700715803