Ella tenía quince años. Él también. Y se amaban (ejem) con locura… Pero el destino a veces es cruel. Y la fortuna siempre hace de las suyas. Ahora, muchos años después, la suerte les ha puesto los ojos encima. Casa, vestido y sustento no importan. Ni distancia alguna que los separe. No hace falta salud ni dinero. Encontrarla es lo único que importa.

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