La urgencia lo hizo abandonar la sintaxis y los adjetivos. La acción frenética de su pluma la puso a punto. Por fortuna, tenía libertad para humedecer los espacios con la pluma deseosa de vaciar su tinta ante la manipulación creativa de sus manos. Acarició la cadera de su musa, aún dormida, y pensó en formas creativas de despertarla. Recorrió con los dedos el borde de su ingle, hasta la parte interior, para estimularla un poco. La besó en la mejilla antes de levantarse. El escritor, con pluma en mano, la miró con el brillo del deseo. Gustaba de usar metáforas y analogías para referirse al arte de convertirse en uno. Esta compilación, de 18 relatos cargados de sicalipsis (erotismo, sensualidad) y un poema, te harán sentir y disfrutar cada roce hasta que alcances el placer… en tu lectura.