Los 265 aforismos aquí reunidos, despliegan un tono francamente juguetón; alrededor de la -en otro contexto grave-, sentencia o máxima que enuncian. Ello, en más de un sentido: Primero, al -parafraseando la expresión-, "lanzar el dicho y esconder la pluma"; es decir, atrever una sentencia con visos de verdad, sin responsabilizarse de que la posea. Digamos: En México toda ciencia es religión. O bien, oponiendo intuitivamente contrastes; que acaso desolemnicen: "Yo no enseño; ensueño" ilustró el poeta, el giro retórico a sus alumnos- y lo despidieron del plantel. Y quizá por último, en la conjunción de absurdos: El esquizofrénico en su laberinto: con él no sólo no se puede llegar a ninguna parte; sino que no se puede no llegar a ninguna parte. Imágenes verbales que buscan sobre todo -entre el humor y la elocuencia-; abrir ventanas, hacia lo invariablemente paradójico del existir.