Todo hombre que ha cursado profunda y dilatadamente una disciplina, está en la obligación de explicar lo que piensa de ella; y después, porque la sustancia de la Abogacía descansa en sutilísimos y quebradizos estados psicológicos que no figuran en ninguna asignatura ni se enseñan en las aulas. Por todas partes os explicarán lo que es el retracto y la tutela y la legislación de ferrocarriles y el recurso de fuerza en conocer y la doctrina internacional de los Estatutos... Pero la función social del abogado, las tribulaciones de su conciencia, sus múltiples y heterogéneas obligaciones, la coordinación de sus deberes, a veces antagónicas... todo eso es para el principiante una incógnita y nadie se cuida de despejársela. Os digo llanamente mi sentir, y al confesarme con vosotros y trasmitiros lo que la vida me enseñó, aspiro a desempeñar el papel trivial, pero útil, de quien, cuando llegáis a una población, os indica la dirección de un sitio que ignoráis.

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