Así como el miedo, el amor o la esperanza, la ansiedad nos ha acompañado desde pequeños en momentos cruciales de nuestras vidas. Al principio no lo sabíamos, pero, conforme crecimos, fuimos aprendiendo a detectar qué era lo que realmente sentíamos cuando ese malestar nacía desde lo más profundo y se manifestaba… ¿Era hambre lo que tenía? ¿O era amor? ¿O realmente debería haberme comprado ese chaleco rojo? Tantas preguntas y, muchas de ellas, siempre con la misma respuesta: puede ser pura ansiedad.

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