Cuando alguien te pide que hagas un numerito en alguna fiesta, ¿sales corriendo? Cuando un niño necesita que lo entretengan, ¿le cuentas algunos chistes malos o te pones a hacerle caras? Si surgiera la oportunidad de trabajar en un circo, te darías cuenta, para tu desgracia, que no tienes ninguna habilidad para ello y no podrías hacerlo. Bajo esas circunstancias, ¿no te gustaría aprender a hacer malabares? Aprender a hacer malabares es como aprender a andar en bicicleta. Una vez que lo haces, te olvidarás por completo de los tiempos en los que no podías.

Detalles

Otros libros del autor