En cierta época de mi vida decidí leer todo lo que pudiera encontrar sobre el juicio de amparo, esa invención jurídica de los mexicanos de la que tanto nos enorgullecemos. Ya era un abogado con titulo y cédula y con algunos años en el ejercicio de la profesión y en el de la docencia universitaria, pero en la materia del derecho mercantil. Conocí a don Juventino V. Castro y Castro en la lectura de uno de sus libros: "El Sistema del Derecho de Amparo". Un libro sabio, como todos los de don Juventino. Un libro escrito con el amor de quien quiere y conoce a fondo su materia. Su lectura significo mucho para poder entender mejor la estructura y el funcionamiento del juicio de amparo. Tiempo después, ya en mis primeros años de magistratura, no puede asistir a un congreso nacional del juicio de amparo que, con numerosa asistencia de abogados, estudiantes y maestros de toda la Republica, se llevó a cabo el majestuoso recinto del Hospicio Cabañas en la ciudad de Guadalajara. Platicando con uno de los asistentes me conto que sin duda el momento más emocionante fue cuando aplaudieron al maestro Castro y Castro, antes de que dictara su conferencia sobre el Ministerio Público. Todos los asistentes al Congreso, parados, aplaudieron largo rato. Las vicisitudes de la existencia nos han llevado a ser compañeros en la nueva integración de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. De esa manera, he tenido la oportunidad de observar su actuación como ministro y de admirar la oportunidad de observar su actuación como ministro y de admirar la propiedad con que reacciona en las difíciles tareas de su ministerio, pues a su liderazgo jurídico se une la certeza con que se conduce frente a los retos que el México moderno presenta al Poder Judicial de la Federación. Siguiendo su costumbre, en este libro coloca a la institución que examina en el marco histórico y doctrinal en que aparece. Ninguna creación jurídica tiene una generación espontánea, por eso nos lleva de la mano, por los ante

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