En el Estado de Derecho los límites del ejercicio del poder explicitan que en la democracia no todo lo que se quiera hacer se puede realizar. La actividad estatal constreñída a la ley implica el aseguramiento de derechos individuales y de la sociedad y el límite impuesto entre el poder conferido por la ley y su abuso, es decir, que ésta nunca será transgredida o que se emprenderá acción o actividad por sobre ella o más allá de su mandato. El Estado además debe vigilar el respeto inrrestricto de todo el contexto legal, que él mismo promulta y pone en vigencia, y el cumplimiento de aquellas normas cuyos objetivos ordenan la protección de los derechos humanos de los habitantes, en especial, vida, libertad y dignidad. Sin embargo esta idea del deber ser del Estado no coincide con la realidad actual de muchos países. En varios de ellos, incluso, se podría hablar de una ausaencia del Estado, por omisión, cuando existe falta de acción e incapacidad del mismo como garante de la ley, o bien, por complicidad en el quebranto y corrupción de las garantías nacionales e individuales. Teniendo como antecedente estas preocupaciones contemporáneas, el autor hace un estudio profundo sobre la idea del Estado ausente -donde incluso en ocasiones éste adquiere la forma de delincuente-, y su relación con problemáticas como el hambre y la pobreza, así como sobre la desaparición forzada del estado ante el poderío de las empresas transnacionales. Posteriormente se ocupa de hacer un análisis de las necesidades de la principal potencia mundial para mantener el control estatal tanto adentro como afuera de sus fronteras y dedica un par de capítulos a algunos de esos métodos, como la institución policial, la prisión y los consecuentes problemas de la justicia y la violación de los derechos humanos. Finalmente, aborda el caso de la ausencia del Estado en las prisiones de México.

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