El valor de las doce odas que componen este Bestiario no radica en lo fabuloso de los animales que comprende, sino en el recorrido transversal de la obra en que se despliega el carácter más profundo del poeta. Su amor es hacia América toda, esa "patria temblorosa" donde laten las criaturas que, por un lado, dan testimonio de su vital fascinación y, por otro, componen un retrato biográfico de Neruda desde su vertiente más íntima.

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