La caída
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Más que filósofo o activista político, Albert Camus fue un literato, un constructor de símbolos y metáforas que se valió del teatro, del ensayo, del cuento y de la novela como formas de expresión al servicio de un arte lúcido y riguroso que se alimenta de las experiencias de una vida intensa y de una capacidad de observación de lo humano mucho más allá de lo común, que tuvo la suerte de ejecutar en una época de cambios profundos y dramáticos que dieron lugar al mundo en que ahora vivimos y que no podríamos entender del todo sin acercarnos a la noción del absurdo existencial. En esta tesitura psicológica se encuentran muchos de los personajes de Camus, y en especial Jean-Baptiste Clamence, el protagonista de La caída (1956), un juez que se define a sí mismo como "penitente" y que todas las noches se refugia en un bar de Ámsterdam, llamado Mexico-City, para beber y conversar con cualquier parroquiano que se le ponga delante, utilizándolo como receptor de un monólogo catártico, que es al mismo tiempo doloroso y liberador, pues le permite verbalizar su pasado y darle sentido a su futuro.

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