Los cerdos son animales admirables pero a la vez inquietantes. Nos atraen y nos causan repulsión. Es difícil encontrar la distancia adecuada; las fronteras entre cerdos y hombres resultan poco nítidas; las relaciones, ambivalentes. Nadie quiere que le digan cerdo o chancho, ¿por qué? Los cerdos encarnan lo ominoso en el sentido de Freud que anida en los rincones de lo familiar: lo reprimido, oculto, escondido. Quien haya visto faenar cerdos, nunca olvidará sus gritos casi humanos. Winston Churchill dijo: Me gustan los cerdos. Los perros nos admiran. Los gatos nos desprecian. Los cerdos nos tratan como iguales. Pero nosotros no los tratamos como iguales: los comemos. A diferencia de los pescados y los pollos, por lo general, los cerdos que terminan en nuestros platos como embutidos o fiambres no nos recuerdan la forma del animal. Constantemente comemos cerdos sin percibirlos.
Detalles
- Editorial: ADRIANA HIDALGO EDITORA
- Año de edición: 2021
- Materia Ensayo científico
- ISBN: 9788412403398
- Páginas: 188
- Encuadernación: PASTA DURA