Mariatégui afirma que "imaginamos siempre a Chaplin en la traza vagabunda de Charlot... siempre listo para la aventura... como un pequeño Don Quijote..." La quimera del oro le sirve a Mariátegui para explicar en este apasionado texto que se trata de "un retorno sentimental al circo, a la pantomima." En otra película genial de Chaplin, El circo, "ha dado como nunca en el blanco... un logro pura y absolutamente cinematográfico". El arte de Chaplin conquista "el máximo de su función hedonística y libertadora... con su sonrisa y su traza dolorida, alivia la tristeza del mundo".

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