Vicente Rojo Almazán nació en Barcelona, en 1932, pero la mayor parte de su vida la ha pasado en México. Aquí se inició como diseñador gráfico, pintor y escultor. De este lado del Atlántico conoció a personalidades tan importantes para la cultura como él mismo. Diario abierto da cuenta de los momentos esenciales en su carrera. Como si se tratara de una exposición abierta al público, el libro invita a conocer al autor a través de su puño y letra; de su puño y pincel. En las primeras páginas, Rojo declara que su expresión más cotidiana, y acaso más natural, es la imagen antes que las letras. A pesar de ello, los cuadros que pinta cuentan algo, su narrativa es visual, es pues, un escritor de imágenes. La crítica de su tiempo llamó "generación de la ruptura" a la conformada por él, Alberto Gironella, Mathias Goeritz, Fernando García Ponce, Rufino Tamayo, Gunther Gerzso y otros. Para el nacionalizado mexicano, tal calificativo es algo erróneo, él prefiere referirse a su época como "generación de la apertura", se define a sí mismo como un "artista mexicano por vocación y por voluntad". Las ocho series que ha realizado entre 1952 y 2006 aparecen a la mitad del libro como la columna vertebral de su vocación de artista. En ellas se muestran los motivos básicos del autor: formas geométricas elementales como el círculo, el triángulo y el cuadrado, dispuestas en secuencias repetitivas que forman patrones abstractos donde la lluvia, los recuerdos o los presagios quedan atrapados en múltiples colores. En la parte postrera de Diario abierto se reúnen tanto artículos publicados por el autor en periódicos y revistas como textos dedicados a sus amigos en presentaciones de libros o exposiciones. Es en este espacio donde queda patente la importancia de Vicente Rojo como un personaje que ha hecho las veces de puente entre el mundo editorial y la creación artística, ya sea a través de la pintura o del diseño editorial. Algunas pruebas de ello son su labor en el extinto suplemento Méxi