Ante la hecatombe que se cernía sobre el mundo, Colibrí, Paloma y Luciérnaga salieron a buscar nada menos que la paz. Cruzaron toda América latina hasta llegar a la Antártida. Se toparon con tucanes del sur de México, quetzales de Guatemala, cóndores de los Andes y pingüinos emperadores en la parte más austral del continente. El colibrí deseaba ser el pacificador porque no estaba contento con el destino que Huitzilopochtli le había conferido: ser un ave guerrera. Pero tendría que dejar su canto a cambio.

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