El retrato de Dorian Gray, en la alta sociedad de Londres, Dorian Gray está en boca de todos porque tiene una característica que cautiva a todo aquel que lo conoce: es inmensamente hermoso. Un famoso pintor, Basil Hallward, queda prendado de su belleza y le hace un retrato de tamaño natural que impresiona a su amigo lord Henry Wotton. Cuando lord Henry conoce a Dorian en persona, después de expresarle su admiración y elogiar el cuadro pintado por Basil, le dice al joven Gray que disfrute de su juventud y su belleza porque un día ambas lo abandonarán, a lo que éste responde, con lágrimas en los ojos, que daría su alma para que su retrato envejeciera en lugar de él. Impulsado en un principio por la admiración que siente por el controvertido lord Henry, Dorian se aventura a experimentar algunos pequeños placeres, pero al descubrir que el retrato es el que envejece y se mancilla en su lugar, el joven Gray sobrepasa todos los límites posibles sin temor a que se le noten en el rostro sus pecados.