Ésta es la historia de Diego de la Vega y de cómo se convirtió en el legendario Zorro. Por fin puedo revelar su identidad, que por tantos años mantuvimos en secreto, y lo hago con cierta vacilación, ya que una página en blanco me intimida tanto como los sables desnudos de los hombres de Moncada. Con estas páginas intento adelantarme a aquellos que están empeñados en difamar al Zorro. El número de nuestros rivales es considerable, como suele suceder a quienes defienden a los débiles, salvan doncellas y humillan a los poderosos. Naturalmente, todo idealista se echa encima enemigos, pero nosotros preferimos sacar la cuenta de nuestros amigos, que son muchos más. Debo narrar estas aventuras, porque de poco serviría que Diego se jugara la vida por la justicia si nadie se entera. El heroísmo es una ocupación mal remunerada, que a menudo conduce a un fin prematuro, por eso atrae a personas fanáticas o con una malsana fascinación por la muerte. Existen muy pocos héroes de corazón romántico y de sangre liviana. Digámoslo sin rodeos: no hay ninguno como el Zorro.

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