La Eneida tiene el carácter de "mito fundente”, lo que significa que se trata de una historia que no es "histórica", sino fantástica, habiendo sido escrita por encargo del emperador Octavio Augusto, con la deliberada intención de glorificar a la nación romana, al imperio y a su propia persona. En esta obra, Virgilio retoma la epopeya descrita por Homero y la reescribe, partiendo de la caída de Troya y dándole una secuencia en la que se manejan las situaciones como si fueran antecedentes de la fundación de Roma, y los personajes como ancestros de los propios gobernantes de la época de Virgilio, con lo que se valida y prestigia, por lo menos poéticamente, el sangriento aparato dictatorial de Octavio Augusto.