Un clásico es esa obra que se considera modelo o referencia en un campo y que permanece vigente mientras las modas cambian. Hay tres motivos por los que este libro está llamado a convertirse en un clásico: utilidad, fundamentación y singularidad. La utilidad le viene de su carácter fundamentalmente práctico. Tras la necesaria base que se establece en los primeros capítulos, se expone un extenso repertorio de estrategias para estimular y mejorar las distintas actividades que constituyen eso que llamamos leer. Incluso la parte teórica del libro está determinada por ese carácter práctico, evitando exponer conocimientos que no conduzcan a la aplicación didáctica. La fundamentación se la da el hecho de basarse en un modelo de lectura bien estudiado, en los conocimientos que ha aportado la psicología del lenguaje, sobre lo que ocurre en nuestra mente cuando leemos y comprendemos, y en las evidencias sobre la eficacia de las actividades y estrategias que se proponen. Desafortunadamente, una de las razones de su singularidad es la escasez de tratados como este que consideren la lectura de una forma extensa, desde el aprendizaje de las relaciones entre letras y sonidos hasta las estrategias de comprensión más sofisticadas. La otra razón por la que se trata de una obra singular está en las dos características anteriores: utilidad y fundamentación. Los autores son las personas indicadas para llevar a cabo esta tarea, por su doble condición de investigadores y profesionales de la educación. No sólo han hecho aportaciones acerca del desarrollo del lenguaje, la lectura, la escritura y la atención al alumnado con dificultades, sino que trabajan habitualmente en estos campos realizando labores de orientación, apoyo y logopedia.