Sol LeWitt posee un lugar privilegiado en la historia como un artista que fungió a la vez como teórico del arte conceptual. Creyó de manera fehaciente en el artista como generador de ideas. Fue un intelectual pragmático que añadió una nueva dimensión al papel del artista, marcando una etapa de transición del modernismo al arte contemporáneo, lejos del expresionismo abstracto o de cualquier tipo de romanticismo. Para LeWitt, la obra de arte es la idea en sí misma y cómo ésta puede ser considerada un trabajo y una obra per se, poniendo énfasis en el proceso o el proyecto sobre la construcción de la obra. «Un artista debe estar dispuesto a concebir una obra de arte y delegar su producción a otros o quizá, en otro extremo, ni siquiera tener que hacerla.» La obra de LeWitt deambula entre el dibujo, la fotografía y la escultura, así como la producción de murales efímeros y proyectos editoriales.

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