Con la creación de la Organización de las Naciones Unidas el Derecho Internacional Público evolucionó sustancialmente. De un Derecho de coexistencia que se concretaba en establecer los límites de los ámbitos temporal, material, espacial y personal de la facultad soberana de los Estados -el que aún hoy día conserva su gran importancia- evolucionó a un Derecho de cooperación. Éste se caracteriza por la promoción de la integración y coordinación del diseño y ejecución de políticas públicas propias del dominio reservado de los Estados para el logro de fines tradicionalmente estatales, tales como la conservación del medio ambiente, la lucha contra el terrorismo y la delincuencia organizada internacional, e incluso, el combate a la corrupción en la función pública y en la empresa privada. Los objetivos que persigue, las funciones que cumple, la naturaleza de sus normas y los medios para asegurar su cumplimiento e, incluso, las materias que regula el Derecho Internacional Público, son hoy día muy diferentes a los de hace un siglo. Por cuanto hace a sus objetivos, el moderno Derecho Internacional se ocupa, además del mantenimiento de la paz y estabilidad internacionales, de las condiciones de vida de los habitantes de los Estados, para lo cual promueve la cooperación interestatal e inventiva políticas públicas cuyos principios y normas se fijan por organismos internacionales especializados. El bienestar de la humanidad como materia del Derecho Internacional Público ha llevado a reformular el concepto tradicional de la soberanía estatal. Bajo éste concepto ya no se entiende más sólo un derecho de defensa contra las intromisiones no autorizadas en los asuntos internos por parte de los otros Estados y de los organismos internacionales, sino que el mismo adquiere también una función positiva en el sentido de la responsabilidad que adquiere el Estado para asegurar el bienestar de la humanidad.