Este libro se propone analizar el periodo histórico de la Revolución Mexicana a partir de una interpretación marxista de la lucha de clases y el Estado en México. Afirma que no hubo una clase burguesa revolucionaria representada por Madero-Carranza-Obregón, que hubiera impuesto un modo de producción capitalista, porque éste ya existía desde la Nueva España. La Revolución Mexicana tampoco se caracterizó por la existencia de una pequeña y mediana burguesía organizada en forma independiente, con un proyecto político propio, capaz de enfrentar a una clase feudal en declive de tipo europeo, como propusieron algunos analistas, porque la conquista había creado ya, desde la Nueva España, el capitalismo no íntegro. Para estudiar la historia política nacional desde la teoría política marxista, es esencial definir los conceptos revolución y reforma. Si se mezclan los elementos de uno con el otro, tal y como lo hicieron muchos estudiosos de la Revolución Mexicana, se obtendrá un batidillo conceptual imposible de usar para ofrecer una explicación objetiva de la realidad política nacional. Por ello Jerónimo Hernández asevera que la burguesía porfiriana, como clase social, nunca perdió el poder político y el dominio sobre las clases sociales en las luchas armadas que ocurrieron entre 1910 y 1917, puesto que una fracción burguesa suya sustituyó a otra en la detentación del poder: la "constitucionalista" sustituyó a la de los "científicos".