La fealdad también está en los ojos del que mira. Pero, a diferencia de la belleza, tiene una cualidad subversiva porque cuestiona los valores hegemónicos y provoca cambios culturales. Así lo más horrible puede llegar a convertirse en lo más bello, como ha pasado con la pintura imprescindible en cuanto que "desafía el estancamiento cultural". No se trata, pues, de una mera cuestión estética, sino de aquello que genera rechazo cuando lo percibimos con cualquiera de nuestros sentidos.

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