La alusión al Elogio de la locura, de Erasmo, no es un detalle menor. Javier, un corredor de seguros, necesita cambios sustanciales en su vida. No tiene un buen matrimonio y sabe que hay algo malo en el statu quo de la sociedad donde se desenvuelve. En ese estado halla un vínculo que lo lleva a contactarse con un grupo de "locos", los cuales parecen tener una perspectiva más clara de las necesidades del hombre, pero también un objetivo secreto: un día libre, para que el caos ordene la falta de comunicación, de sensibilidad humana y de capacidad de asombro; un día libre que sumirá a la ciudad en la situación más extrema. En la trama se entrecruzan otros personajes ávidos de contacto: Kalil, un sacerdote amigo de Javier, extraviado en la comunicación con Dios; y Tomás, un periodista exiliado en Barcelona que vuelve para construir vínculos con un pasado imposible, para narrar una epopeya falaz en la cual los vencidos se convierten en vencedores. Elogio de la InComunicación conjuga la técnica narrativa polifónica con una trama ágil y por momentos desenfrenada. Los personajes son peligrosamente cotidianos y concretos. La reflexión aporta su cuota para que el lector sienta una necesidad: volver sobre la novela una y otra vez en distintas instancias de lectura.