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El credo que recitamos desde Nicea se extiende en detalles sobre la obra y persona y de Jesús, pero al llegar al EspÃritu Santo se contenta con una sola frase: "Creo en el EspÃritu Santo". Esa falta de proporción se refleja en nuestra conducta. Mucho conocemos, sabemos, estudiamos y contemplamos sobre Jesús, centro de nuestra vida; pero acerca del EspÃritu Santo, más allá de decir que creemos en él, muchos de nosotros no nos atreverÃamos a entrar en detalles. Algo mejor andamos que aquellos discÃpulos de Efeso que habÃan abrazado la fe en Jesús sin haber oÃdo hablar siquiera del EspÃritu Santo. En cambio, ellos, en cuanto Pablo les habló y les impuso las manos, recibieron visiblemente el EspÃritu y sus dones con un realismo tangible del que nosotros andamos aún muy lejos. Nos corresponde imitar en profundidad carismática a los qué hasta ahora hemos imitado en ignorancia práctica. De eso se trata. De aumentar el trato con la Tercera Persona en nuestras vidas. De caer en la cuenta de que la manera presente de llegarse Dios a nosotros es el EspÃritu Santo. De descubrir que más allá de los sÃmbolos y los nombres se halla una persona, tan real como el Padre y el Hijo, que nos espera para establecer con nosotros la intimidad divina que es nuestra vida de gracia.
Detalles
- Editorial: SAL TERRAE
- Materia Doctrinas religiosas
- ISBN: 9788429308600
- Páginas: 184
- Encuadernación: RUSTICA