Imagine que la Historia no es un hilo conductor de sucesos que se entrelazan unos con otros consecutivamente, sino eventos simultáneos que acaecen en distintas latitudes. Imagine también que dichos eventos no son llevados a cabo por héroes épicos empuñando espadas y muriendo heroicamente, sino por gente común. Así es la Historia que ve Eduardo Galeano en su nuevo libro; la historia tal y como debe -o debería- ser. Cada página enmarca un evento, real o ficticio, pero siempre con datos precisos, que crean una suerte de libro de efemérides, desconocidas algunas, otras rigurosamente aclaradas por el ojo crítico del escritor Uruguayo. A cada día del año corresponde una página en la que se leen tanto esbozos de biografías, versos o pequeñas ficciones que enteran al lector de un hecho tanto importante como desconocido y que no ha pasado a los anales de la Historia Oficial por motivaciones, en su mayoría, políticas. Así como desmitifica, crea nuevos mitos. Leemos en la página correspondiente al Día del Libro -abril 23- que para Sherlock Holmes nada, nunca, fue elemental. Y que el episodio de Eva y Adán mordiendo la fruta prohibida, no figura en la Biblia -lo cual, constatado en una edición doméstica-, es falso. ¿Sería acaso una invitación a leer, a indagar? Recomendable y amena aún para los no izquierdistas, Los hijos de los días nos recuerda que todos somos parte de La Historia, que la creamos a diario.

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