La abuela tiene poca memoria, por eso no se acuerda de mi nombre y me llama Mellao. Vivir con ella es divertido, aunque mi hermano y yo echamos de menos a mamá, nuestros vecinos sean raros y comamos todos los días lentejas. Sobre todo, desde que descubrimos la piscina del último piso y el tesoro escondido en el subsuelo. Sobre todo, desde que me enamoré de Malena…

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