A menudo se olvida lo provocativos que resultaron los lienzos impresionistas cuando se expusieron por primera vez, en 1874. Los defensores del nuevo estilo rechazaron los principios artísticos establecidos que prevalecían por aquel entonces en Francia. Los impresionistas tuvieron el valor de utilizar el color y las pinceladas rápidas para ejecutar sus obras al aire libre, creando pinturas con las que captaron los efectos transitorios de la luz y de los sentimientos. Ralph Skea nos muestra cómo los artistas impresionistas transformaron los temas cotidianos y traza el recorrido del movimiento desde sus orígenes, en Francia, hasta su propagación por todo el mundo.