Pasada la guerra civil y superado el corte cultural que la contienda supuso, en la década de los 50 surgen los escritores del llamado realismo social. Sus escritos coinciden con los primeros pasos de recuperación tras el descalabro y la ruina que ha sufrido el país. En las páginas de los relatos de la época aparece una España desgarrada y mísera, poblada de muchachos que pululan erráticos, a la intemperie, y se debaten en los puros límites del desamparo. Son jóvenes que observan los acontecimientos con la mirada limpia de la inocencia y la esperanza de que el tiempo cambiará sus destinos.

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