Crisis, quizás sea la única palabra que no entra en crisis; es más, cotiza al alza. Sus fantasmas: guerras, hambre, paro, terrorismo, inmigración, delincuencia, violencia, enfermedades, cambios climáticos desastres naturales provocados por el ser humano y hasta el silencioso -relativismo y universalismo ingenuos- enhebran los informativos diarios. El mayor problema de la humanidad podría ser el que más se ignora: el oscurecimiento de la conciencia y la crisis de valores subyacentes. Valores como el amor, la espiritualidad, la trascendencia, la autorrealización, la felicidad, el "conócete a tí mismo"... son ignorados o penalizados por nuestra cultura. ¿Dónde están las raíces del fracaso? El derrape de nuestro tiempo, la crisis psicológica, social, ecológica...? Aunque la mayor parte de la población se decanta por seguir el modelo oficial para ser feliz, cada vez hay más personas que buscan la salud natural y la mirada hacia sí mismos; tratando de encontrar sentido a sus vidas, alejándose de la programación neuro-informativa que se ejerce sobre el hombre-masa. Da la imprensión de que estamos acercándonos al gran cambio. Que se ha agotado la vía patriarcal, materialista, mecánica y consumista. Cada vez se levantan más voces cuestionando la obsolescencia de nuestra cultura y la imperiosa necesidad de abrir los ojos a otros horizontes para encontrar nuevos paradigmas que favorezcan un cambio beneficioso para la humanidad.

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