El capitán Miguel Caldera, hijo de español e india, recibe el encargo del virrey don Luis de Velasco de pacificar la frontera chichimeca durante los primeros años de la expansión colonial en la Nueva España, a finales del siglo XVI. Su propósito, sin embargo, no es hacer la guerra sino la paz, e intentará atraer a los pueblos libres a una convivencia con el nuevo poder y las nuevas maneras que sea beneficiosa para todos. Numerosas son las fuerzas que se oponen al apuesto y esforzado capitán: su hermana Hernanda, creyente de las viejas costumbres, y Constanza de Andrada, una rica y aguerrida prestamista contraria a las intenciones pacificadoras del capitán.

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