Excéntrico en un mundo de buenos modales, convertido al catolicismo en un entorno protestante, homosexual en medio de la moral victoriana inglesa, Ronald Firbank es ante todo un escritor maravilloso. Y La flor pisoteada lo confirma plenamente. Ambientada en un pequeño país imaginario llamado Pisuerga, la novela narra las oscilaciones de Mademoiselle de Nazianzi entre el misticismo del Convento de la Capucha Ardiente y la vida en la corte de Su Majestad Somnolienta. La rodean seres extravagantes abrumados por el lujo o desesperados por los dictámenes del Dios del chic. Príncipes engalanados de condecoraciones, caóticas doncellas emperifolladas con alhajas, flores exóticas, jardines palaciegos, expediciones arqueológicas y perritos falderos desfilan por la exquisita prosa de Firbank, que se convierte aquí en una sátira hilarante sobre las formas europeas de la monarquía, el ascenso social y la religión.