Uno de sus motores es la gestión social. Otro, muy poderoso, es dar y recibir placer. La monogamia no es lo suyo. Su cuerpo le exige que explote otros cuerpos. Contrario a lo que la sociedad juzgaría al conocerla, ella busca el camino espiritual, aunque no está segura de que a la versión que le contaron de Dios le parezca muy espiritual alguien tan sexualmente libre. Para ella, el cuerpo es un enlace con el espíritu, con la esencia universal. La unión de dos seres no es simple placer carnal. Esa entrega es un cúmulo de experiencias sensoriales y mentales, los cuerpos se funden en uno y es posible penetrar más allá de lo físico, llegar a lo más profundo del otro, descifrar su alma mientras sucede el orgasmo. Descifrarse. Disfrutando de la libertad, rompiendo esquemas... aunque a veces el vacío de la sociedad se haga presente. Una respuesta atrevida ante la búsqueda del yo, del deleite de estar vivo.