Con plena conciencia de sus deberes artísticos, al acometer la creación de la serie La Pierde Almas y recorrer para lograrlo las cantinas de Oaxaca, el propósito de Barbieri fue, sin embargo, ir más allá de documentar estos sitios fascinantes. Aun cuando elaboró en cada parada bocetos in situ, se decidió, finalmente, por inventar su propia cantina porque, explicó en su momento, “el arte se alimenta de la vida, pero nunca la debe copiar”. Se lanzó en consecuencia a buscar “las profundidades de verdad que el arte es capaz de sondear”, sin sujetarse a la doctrina de un realismo literal.