Pieza coral donde las voces de vivos y muertos, de personas y personajes, se atropellan, se travisten de otros o de versiones pasadas y futuras de sí mismos. Antes que apelar a la emoción directa, el correlato hurga en la memoria afectiva que guardamos de cosas y seres, y, en el caso de la frase “la tierra baldía”, la que guardamos de ese sitio; antes que nombrar el miedo y condicionar nuestra reacción, Eliot muestra “el miedo en un montón de polvo”; antes que referirse a la soledad y a la muerte, el poeta propone ver “los huesos regados en un seco desván”. En este largo poema, dividido en cinco partes en las que se mezclan versos del propio Eliot con fragmentos de versos de otros, los temas atraviesan la muerte como parte de un ciclo natural, el sexo como punto de partida de un interés por la vida, la herida sexual detrás de la decadencia de la civilización, la muerte como disolución y renacimiento y, finalmente, la restauración como posibilidad remota; ya que, aunque baldía, la de Eliot sigue evocando la promesa de una tierra.

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