Jacomo Robusti, más conocido como «el Tintoretto», está llegando al final de sus días. Ha sido una larga vida que abarca casi un siglo y que ha transcurrido en su Venecia natal, ciudad fronteriza entre Oriente y Occidente, Reforma y Contra reforma, Renacimiento y Barroco, y que parece también abocada a su decadencia. A lo largo de sus quince últimos días y noches de insomnio, de lucidez y delirio, el pintor rememora toda su existencia, marcada por una entrega ilimitada a su pasión artística y una intensa vida familiar. Asistimos así al nacimiento de su vocación, sus problemáticas relaciones con los círculos artísticos venecianos, su difícil ascenso en la consideración social, su actitud ante importantes acontecimientos históricos y, sobre todo, la tarea de hacer realidad una ambiciosa obra de extraordinaria abundancia e imaginación desbordada. Por otra parte, la rememoración va profundizando en las relaciones de su prolífica familia, en especial su vínculo con Marietta, su predilecta hija ilegítima, con la que mantiene una relación tan intensa como ambigua. La Tintoretta es una mujer adelantada a su época por su independencia emocional y profesional, pero que acabará sucumbiendo a una pasión que se sublima en su propia anulación como artista y como mujer. Igual que Saturno, el genio creador del padre acaba devorando el posible talento de sus hijos, incapaces de liberarse de su tiránica y titánica sombra. Es el caso no sólo de Marietta, sino también de Dominico, poeta frustrado y fiel heredero del taller de su padre; o de Marco, quien se niega a madurar corno forma de rebeldía o de amor extremo; o de la infructuosa búsqueda de un camino propio de Zuane; o del sacrificio de sus otras cuatro hijas, ofrecidas a la Iglesia como forma de expiación. «Una novela torrencial y rica en historias paralelas, que nos devuelve con sus ribetes de misterio una figura femenina difícil de olvidar. De nuevo, Mazzucco ha ganado su apuesta» (Chiara Valentini, L' Espresso). «El lector

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